Ningún
estado es definitivo. Si estoy sometida a los ciclos lunares y a mis ciclos hormonales; si soy producto de una educación, de un entorno, de una tierra; si mi
actividad me modela y soy así de aleatoria; si la gente me condiciona… entonces
¿quién soy yo?
La teoría
que más me convence me dice que soy ese fragmento de pulso creativo que viaja
más allá de mí pero que se impregna de mi experiencia y, como la mía, de otras
miles de millones de experiencias para, a su vez, comprenderse, saberse,
experimentar toda posibilidad.
En estos
días febriles y alérgicos quiero, más que nunca, pararme. O quizá esa Fuerza
que viaja a través de mí sea la que quiere pararse, experimentarse así.
Y, ¿qué te aporto?, le pregunto. ¿Qué extraes de mi viaje?
Soy sólo un
instrumento de la misma Vida; un quantum de conciencia formando parte, a su
vez, de vete tú a saber qué entidad mayor. ¿De un Tejido Humano? Si así fuera,
Vida, Fuerza, déjame que te diga que experimentas la enfermedad. Míranos si no:
peleando entre nosotros. Somos nuestra propia enfermedad autoinmune. Invertimos
nuestro mayor don, la creatividad, en autodestruirnos. Maquinamos, retorcidos,
la forma con la que mejor matar y más rápido. O en su versión más ligera, de
vencer, de llegar antes que el otro, que es lo mismo.
Experimentas
a través de nosotros el cáncer y así, nos acumulamos y aglomeramos en
asociaciones insanas, en familias insanas, en ciudades insanas. O será que
quizá quieres experimentar el cómo nos sobreponemos a todo esto, el cómo nos
superamos, nos retractamos y cambiamos.
¿Y conmigo?
Quizá conmigo lo que querías era experimentar la duda, el miedo, la sensación
de intrusismo… Si así fuera, Vida o Fuerza, me regodearé en ellas cuando
lleguen. Sólo te pido que me ayudes a no resistirme.
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