miércoles, 16 de julio de 2014

La Física Cuántica y la Vida. Preámbulo

A ver por donde empiezo… siempre el mismo dilema.
Una vez más se agolpa todo en la batidora de la mente y de vez en cuando me salpican ideas al consciente, si es que el consciente es esa parte de la mente en donde puedo analizar, diseccionar o simplemente presenciar lo que se cuece un poco más al fondo de mi cerebro.
Quiero hablar de física, ahí es . Pero de física aplicada a la vida. O, más heavy-metal aun: de física cuántica aplicada a la vida. Toma ya.
Amenazo con mezclar conceptos que aprendí hace más de quince años, cuando aun contaba los años por cursos, con otros conceptos ¿cómo llamarlos?, más… espirituales.
Teorías de mi vida A y teorías de mi vida B mezcladas y cribadas por el filtro de mí. Con lo que esto no será más que una interpretación y, como tal, absolutamente subjetiva pero útil para el sujeto o sea, yo, que gracias a ponerse a ordenar sus recovecos, va aprendiendo a vivir.
Resumiendo, voy a revisar dos teorías que en su día estudié de la forma en que se estudia en la carrera: metiendo con embudo conocimientos en la mente con el fin de que nos dure hasta, al menos, la hora final del examen.
Dos teorías: El Principio de Incertidumbre y la Dualidad Onda Corpúsculo, arriesgándome con ello a que ni Perry Mason quiera atender a estas letras que, por lo que me voy extendiendo en el preámbulo, calculo que se alargarán en varios posts. ¿Que podría despacharlo en un solo escrito?, tal vez sí, pero si estoy dispuesta a dar rodeos en forma de preámbulo y, probablemente, de introducción a lo susodicho, esto no tiene más explicación que la responsabilidad que el berenjenal me proporciona.
¿Que podría pasar del tema y escribir otras cosas?... de esto ya dudo un poco más porque pasados unos meses de la apertura de este blog, he observado que en el mecanismo de elección de temas a exponer, yo ni pincho ni corto: soy una simple ejecutora de algo más poderoso. Ese algo es una idea que se pone a parasitar en mi cerebro durante días, o semanas, o meses. Y me dice: escribe sobre estoooooo. Y en cada cosa que hago me suelta una frasecilla del hipotético escrito… sea o no publicado.
Así que ya puedes imaginarte que las ideas que se plasmarán en esta serie venidera son de las que tienen ocho tentáculos con ventosas. Y aparte de que lleven rondándome ya muchas semanas, también son muy protestonas y se alteran muchísimo si escribo de otra cosa o de otra idea que haya entrado con más ímpetu; generalmente esto es así si la idea intrusa viene envuelta en una emoción intensa.
Los días siguientes al escarceo bloguil por mi parte, las ideas parásitas abandonan su apariencia pulpística y se ponen a saltar a mi alrededor como niñas pequeñas, ansiosas porque les conceda un tiempo y un cuerpo en forma de letras virtuales.
Así que ha llegado el momento, y yo ya llevo un rato escribiendo sin decir nada… miedito me da. Tengo que ordenar un ovillo desmadejado con varios cabos: electrones, ondas, incertidumbres, vida, crecimiento personal, cuerpo, mente, espíritu… y no tengo ni la más remota idea de qué significan exactamente todos esos conceptos si los abordo por separado.
Me permito escribir entre medias sobre cosas más livianas.
Te permito que pases de todo esto, que bosteces a cada párrafo si es que al final se te ocurre seguir este despropósito en ciernes.
Agradezco a regañadientes, pero con amor, que Silvia me diera un empuje en uno de los comentarios de su blog.
Me veo como una parturienta que ya vislumbra al fondo la sala de partos, propiamente dicha.
Me veo, además, dándole a esto una importancia y un boato que no tiene…
Pero tengo que parirlo. Sin más preámbulo. Es la única manera de exorcizar ideas. De despegarse pulpos del cerebro.
En eso consiste, a mi entender, la escritura curativa.


PD.: Si crees que te vas a animar a seguir esta sarta de paridas; si has llegado hasta aquí con buen talante y fuerza neuronal; si crees que este y otros posts no serán óbice para que continuemos nuestra relación de amistad / parentesco que tenemos…te obsequio unos minutos de disfrute: una de las canciones que más (si no la que más) me gustan de Antonio Vega. Dale al PLAY, please:


4 comentarios:

  1. Al final vas a conseguir que lea y me guste leer. No dejes de hacerlo...gracias.

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    1. Eso hay que agradecérselo a Antonio Vega.
      Por cierto que, aunque tengo sospechas, no sé exactamente quién eres, persona anónima. Si hay siguiente vez, firma, por favor.
      Muchas gracias a ti!

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  2. Huha, dale duro al corpúsculo! Yo también te empujé con amor, conste.

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    1. Lo sé... y hay que seguir empujando pues...me está costando la continuación!: los corpúsculos son escurridizos!.
      Muas

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