Lo peor de
comprometerse a hacer algo y más aún si lo publicas, es que tienes que cumplir
lo prometido, maldita sea.
Cuando, como ya
te conté en el post anterior, existe un impulso de contar algo que te ronda,
puede ocurrir que te dejes llevar por ese impulso, que caigas en su red y, en
efecto, empieces a contar ese algo, aunque sea poquito. El impulso, como
impulso que es, totalmente visceral, totalmente paja que prende, se conforma
con poco y si le has hecho un caso mínimo, él se consume hasta que se
transforma en unas pequeñas cenizas que se depositan en el lugar donde se
acomoda la morralla mental, con la décima parte de la fuerza del impulso
original que, a su vez, se ubicaba más o menos en la parte central del pecho.
En medio del corazón. O en las propias vísceras.
En el área
reservada a la morralla, las cenizas del impulso primero sólo son capaces de
lanzar tímidos grititos que se pierden en una marabunta de recuerdos, nuevas
emociones, canciones que suenan en bucle dentro de ti, ideas, proyectos,
recetas con las que quieres experimentar…
Circulando al
lado de la autovía de la visceralidad del impulso, pero por una carretera
comarcal mucho más lenta, se encuentra el sentido de la obligación que mansamente
te dice que te sientes y cumplas con lo prometido. Que el impulso se apagó,
pero hasta que no escribas no vas a poder terminar de recoger esas cenizas. De
limpiar algo de morralla.
Protestas un
poco y te haces la chulita porque ¿qué pasa?, este es mi blog y hago lo que
quiero, y si no me apetece ahora escribir sobre esto pues no lo hago, que esto
no quiero que sea una obliga…blablabla… pero por la carretera comarcal circula
un coche de caballos y a las riendas un señor de campo muy sabio cabecea con
una sonrisa de medio lado y una paja en la boca… Me cabrea porque sé que tiene
razón. Esa pequeña ramita en su boca me trae al presente el impulso primero de escribir y
ordenar y, al mismo tiempo, me pregunto qué hago yo poniéndole esta imagen tan
de Tom Sawyer a mi propio compromiso conmigo.
No estoy
cabreada, le digo sin palabras, es que creo que sin ese impulso visceral voy a
ser incapaz de escribir lo prometido.
El sólo camina,
manso y lento y comprendo que sólo se avanza con trabajo. De vez en cuando
aceleraremos, presos de nuevo de alguna intensa emoción, pero mientras tanto
hay que seguir caminando…o escribiendo. Lo que sea.
Y toda esta
visualización sólo para contarte que se apagó la pasión de escribir sobre la química cuántica y la vida. Que no las
ganas de hacerlo. Que los quehaceres del día a día y otros que van saliendo,
sumado al acomodamiento tras el primer post, hacen que la cosa se dilate más de
lo que yo esperaba.
Y quizá todo
esto te parezca innecesario, pero habértelo contado me ha hecho recuperar un poco
el uso de los párrafos. Al parecer ha sido un buen cebo para que vuelva la
musa. ¡Ole!
Recuperado,
pues, un poco el hábito, me toca contarte cómo contacté con la química cuántica
y cómo a mi mente le dio por ir uniendo temas físicos con vivencias. Pero no
será hoy, que si no me alargo demasiado. Hoy sólo quiero justificar esta
mezcolanza.
Si lo piensas un
poco la cosa tiene toda lógica porque cada ser humano trata de acomodar nuevos
conocimientos a lo ya vivido o estudiado y así vamos construyendo nuestro mundo
sobre lo anterior. Por ejemplo: si a un churrero le pones a estudiar
astronomía, ¿acaso no comenzará a ver galaxias surgiendo en el aceite?, ¿acaso
las roscas no serán nebulosas y se sentirá casi hipnotizado a medida que les da
la vuelta? ¿No se puede ver acaso en la porra, el origen del universo?
Siguiendo esta
línea, llego a otra que me deja en peor situación: la de mi paisano Don Quijote
que, tras haberse leído los libros de caballerías terminó viendo gigantes donde
había molinos… es pues fina la línea entre el ir construyendo mundos y la
locura. Obviemos pues, este ejemplo presuponiendo que la locura (aún) no se ha
apoderado de mi persona.
Otros ejemplos.
¿Recuerdas el guiñol de Jesulín de Ubrique? ¿No empezaba a filosofar sobre
cualquier tema comparándolo con un toro?
Y si me he
comparado con Don Quijote y con el muñeco de Jesulín, ¿será malo que me compare
con Salvador Dalí? En los años cincuenta quedó fascinado por las teorías sobre
física nuclear y pintó este cuadro, Galatea de las Esferas:
Entonces, si
somos honestos todos estamos igual de locos, todos construimos nuestra
vida sobre lo anterior y al respecto, y aunque no viene al caso, no está de más
de vez en cuando que revisemos nuestros cimientos, no vaya a ser que algún día
se colara alguna idea errónea y tenemos, sin saberlo, el edificio un poco
torcido… pero esto es otra historia.
Por cierto,
gracias por llegar hasta aquí. Y ya que hemos estado hablando de universos, hoy
tampoco te vas sin recompensa:
Menos mal que medio t has rajado,porque me daba miedito no enterarme d lo q quisieras contar...pero sí m he enterado,la porra como origen del universo m lo ha dejado bien clarito.Besos
ResponderEliminarJijiji. Luego no será para tanto, ya verás. Y si, en la porra está el origen ;P
Eliminar¡Besos mil!
Titi, esto está adquiriendo ya tintes de tensión sexual no resuelta. Pero a mí me da igual (me muevo en ese campo como sardina en el mar...), si puedo leer cosas como esta:
ResponderEliminar"El sólo camina, manso y lento y comprendo que sólo se avanza con trabajo. De vez en cuando aceleraremos, presos de nuevo de alguna intensa emoción, pero mientras tanto hay que seguir caminando…o escribiendo. Lo que sea."
You know cómo me toca.
Y lo del churrero rastreando galaxias en el aceite...Me ha alegrado la primera hora de oficina, me ha conmovido y puesto una sonrisa, y me ha hecho sentir orgullosa de tenerte como AA.
¡Muchísimas gracias, Sila!
EliminarMe alegro mucho de que lo hayas aprovechado, tanto para reír como para lo demás. Le ha pasado al post, pues, como al cerdo, del cual se aprovechan hasta las "asaúras".
Josú, que absurdo es todo.
¡¡Besos!!