No creo que este
escrito esté tampoco plagado de ecuaciones ni de teoremas, para disgusto de los
físicos nucleares que me leen con un cuchillo entre los dientes.
Más bien lo que
me apetece es contar el cómo accedí a este tipo de conocimientos, que es lo
mismo que explicar cómo llegué a elegir los estudios que elegí y que
posteriormente se convertirían en, lo que de broma denomino, mi vida A.
Pues la cosa fue
más o menos así: ¿Qué carreras de ciencias hay en
Ciudad Real? Mmmm ésta, ésta, esta otra… Pfff, ésta parece poca cosa, ésta no
me apetece, ésta no me convence…¿Y Químicas? Total, he acabado el instituto con
más moral que el Alcoyano y química ha sido una de las asignaturas que más me
ha costado. Voy a demostrarme a mi misma que puedo con ella. Venga pues ala,
hago Químicas, mismo.
Unas semanas
después, un amigo de mi padre:
- Laura, ¿qué vas a estudiar?-, - Químicas-. -¿Y cómo no
haces la ingeniería, que tiene más salidas?-
- Papa, un ingeniero, ¿qué es exactamente?- Pues es el que más sabe de su área- . -¿A ver las asignaturas de Ingeniería Química? ¿Qué será
esto? Me suena a chino aunque digo yo que con los cursos ya me iré
familiarizando con estos temas. Bueno, pues si tiene más salidas… hago Ingeniería
Química-.
Por aquella
época, Madurez aún era un pequeño embrión bicelular e Instinto, apenas una
entidad acorpórea que vagaba por el limbo neuronal no consciente. Con lo que
Mente Práctica y Orgullo, en todo su apogeo, fueron los artífices de que una
chica sin clara vocación y con buen expediente forjara de esa manera su futuro.
O su vida A.
¿Sería esta y
otras decisiones tomadas de la misma manera las que influyeran en el desarrollo
de otra, en ese momento inimaginable, vida? ¿La vida B?
Ni idea. El caso
es que acceder a Ingeniería Química, suponía en los dos primeros años,
compartir el currículo con licenciatura y, por tanto, estudiar química teórica
sin aplicación ingenieril… un bálsamo para mi ser, del que yo no era consciente
en ese momento.
Voy a centrarme
en la física cuántica antes de que los mensajes entre líneas que están ahí como
martillo pilón queriendo que confiese que soy una ingeniera sin gusto por la
ingeniería, tomen posesión de este post y se pongan a ocupar directamente las
líneas.
Segundo año de
carrera. Ya he estudiado Química Física, Química Física II y ahora toca
Ampliación de Química Física. Las dos primeras fueron una tortura y con la Ampliación no sabía lo
que me esperaba. Lo que me encontré fue a un profesor mayor que se limitaba a
ponernos diapositivas que teníamos que copiar sin más. Y, como ya estarás
suponiendo, bajo ese título tan sin sal, de lo que realmente se trataba era de
física cuántica.
Obviamente, el hecho de “enseñar” de esa manera no daba lugar
a preguntas porque, entre otras cosas, lo que copiábamos así de forma general
era simbología griega combinada para tratar de dar alguna explicación a
fenómenos sólo intuidos por el ser humano hasta ese momento. Tratar de
encontrar una fórmula para predecir el comportamiento de cosas que no se ven.
Pero en este
caso no fue una tortura. Tenía la asignatura la suficiente o toda abstracción
como para que se activaran partes de mi cerebro que disfrutan con la visión
espacial o con la visualización de lo abstracto. Ni idea. Es la primera vez que
llamo así a todo esto. Visualización de
lo abstracto, de ideas ajenas. Qué cosas.
Más que por el
rollazo de las clases o por los apuntes limpísimos encuadernados por mi padre
que se generaron, esta asignatura la tengo asociada a noches de verano.
Ya no recuerdo
si la suspendí en Junio o si me la dejé para Septiembre, pero el caso es que el
verano de segundo a tercero me lo pasé a la luz de la terraza, estudiando de
noche porque La Mancha , Verano y Estudiar a plena Luz del Día son términos que jamás el ser humano
ha podido unir en oración alguna.
Sin buscarle más
poesía de la que tiene y como la gran mayoría de los mortales, me gustan las
noches de verano. Me gustan mucho. Desde que tengo uso de razón. ¿Para ir de
terracitas? Si. ¿Para quedarte hasta altas horas escuchando a las vecinas en el
corrillo de la calle si eres una niña de pueblo? Por supuesto. ¿Para no hacer
nada más que mirar el cielo y las estrellas en el silencio del respiro que el
horno manchego te da a esas horas? Para lo que más.
Y así, con ese
entorno tan evocador, tan de silencio, y con la mesa de camping apoyada en la
pila de la terraza, aquel verano me dediqué a hacer girar electrones en mi
cabeza; a colocarlos en sus respectivas cajitas energéticas; a romper con la
idea de pequeñas particulitas y transformarlo en nubes de probabilidad… A
subrayar de colores teorías que me hablaban de que nunca, nunca, llegaríamos a
conocer con total seguridad lo que ocurre en esos pequeños universos que no
vemos… Porque, por si no lo sabes, el átomo aún no se ha “visto”.
Y todo eso, en
mi imaginación, se dibujaba sobre el fondo oscuro de lo misterioso. Y sobre mi
cabeza, otro fondo igual de oscuro e igual de misterioso, me alumbraba con
constelaciones y planetas. Sin tener aún plena conciencia de que yo y el
espacio que ocupaba, éramos el eje de simetría sobre el que se desdoblaban el
universo infinito y el universo infinitesimal.
De la forma más
absurda me enteré que en Septiembre había vuelto a suspender la asignatura.
Estaba claro que el profesor no había percibido el toque de poesía que yo le
había encontrado al asunto y se empeñaba en los exámenes en ponernos complejos
problemas en los que yo no era capaz de establecer la conexión entre ese arte
que se escondía entre partículas y los endiablados experimentos que ese hombre quería
que reprodujéramos en papel.
Al final reclamé, aprobé y no volví a tocar nada
de física cuántica. Pero esos apuntes limpísimos ocupan en mis estanterías
actuales un hueco no compartido por otros apuntes más útiles que esperan en cajas su particular noche de San Juan.
Tiras del hilo y
se cuela tu vida en cada tema que quieres tocar… Al releer lo anterior, a mi me
viene un sentimiento revestido de algo de nostalgia. Pero no de querer volver
a ese época sino más bien de miedos e incertidumbres, de angustia y presión
por los exámenes…No fue una época mala, pero tampoco fue la mejor. Revisando
recuerdos, suena en mi cabeza una canción de R.E.M. que me tocaba la fibra en
la época de la universidad. Escucharla, me trae sentimientos parecidos a los
que te cuento. Aquí la tienes:
Conozco una chica con con 9.89 de media se va a estudiar Filosofía. ¡Con dos cojones! A veces creo que maduran antes los de ahora, luego... bueno luego. ¡Ahí están!
ResponderEliminarA estas alturas, nada nos asegura nada. Pero se ve que esta chica lo tiene claro. Lo pasará bien, mal o regular, pero sabe lo que quiere y lo que le gusta. ¡Ole por ella!
EliminarYo era de los de letras puras, e hice derecho, "que tenia mas salidas", convirtiendo mi amor por la historia del arte en un amor platónico, de esos que nunca se alcanzan ni se consuman...
ResponderEliminarMe ha gustado lo de la vida B... Eso significa que los que trabajamos en lo que nos gusta en los ratos libres que deja la vida A, trabajamos lógicamente en B, verdad?
Se unirán alguna vez las vidas A y B? Tendremos una vida C, o D? Las mantendremos todas a un tiempo? En realidad sólo hay una, pero suceden todas a un tiempo... En realidad no hay tiempo ni espacio, son inventos humanos... Vaya, filosofía y ciencia se tocan... Es eso física cuántica?
José Ramón (Tian)
En sus orígenes, filosofía y ciencia eran una misma cosa. Luego se fueron separando y ojala y vuelvan a confluir. No tengo mucha idea pero casi lo último que se ha descubierto con los aceleradores de partículas es una a la que se le llama "la partícula de Dios", así que, mira tú.
EliminarLo de la vida B es una broma con un amigo, pero casi has dado en el clavo. Sólo hay que quitar la connotación del cobro en "B", jajaja. Eso para los políticos.
Besos!
Lo del eje de simetría me ha dejado touche. Es Belleza en el mínimo de palabras. Lo de la Imposible Oración Manchega...Pa troncharse. Pero más que nada te agradezco el recuerdo de mis noches de verano contemplando ese mismo cielo del que hablas.
ResponderEliminarGracias Silvia!
EliminarEsta tierra es humilde y sin muchas alharacas... hasta que miras hacia arriba.