A la
Duquesa de Corral de Calatrava, Marquesa de Argamasilla de
Calatrava, Condesa de Moral de Calatrava, Vizcondesa de Aldea de Rey, Señora de
las villas de Miguelturra, Granátula y la muy noble villa de Almagro,
En fe del buen acogimiento y honra
que haze Vuestra Excelencia a toda suerte de propuestas, como lacayo tan
inclinado a fauorecer las buenas artes, en especial las que por su nobleza se
abaten al seruicio y grangerias del vulgo, he exposar cuales son mis
certidumbres acerca de lo concernido.
Véase la belleza de lo
injustificable:
Amada doncella, toméme el tiempo
de ir a la raíz, cuelo que los romanos de antaño osaron decir y con ello dar
sentido. Iustificare nombraron al hecho de “fazer justycia”, fazer que ambosdos
platos de la balanza pesaran una arroba, cuatro quintales, tres fanegas, un
celemín o medio almud. Injustycia
era la desproporción de los
platos, la inclinación de los fierros en demasía allá de las algarrobas,
aceitunas o la farina. ¡Yustitia! Qué tan bello principio para honrar la rectitud,
la palabra ditcha, el buen obrar del noble. Verá usted mi honrada señora –y
pardiez no me condene por mi observar- en la iustificatione de la escritura una
análoga proeza cuál lo es poner panes y pesos que se miren a los ojos. Más,
usted tal vez se haga a valorear lo justo de mi observar allende del esteril y
mal cultiuado ingenio mio al no tratarle a vos con más honra y humildad que mi
gallardía no permíteme rebajar. Fíjase usted, oh señora, cuan no quiero
contrauenir al orden de la naturaleza, errante, díscolo e insometible, salvaje
y bello, árboleado y descontrolado y, aún así, reconocible, amado,
compartillado y diverso. ¿Véis vos como veo yo la irregularidad en la vid? ¿Veis
vos como veo yo la lluvia allende del canal de la Manxa y el calío del sol
sobre los desyertos africanos? ¿Véis vos belleza como la veo yo en lo vivo y en
lo traspasado, en lo azul y lo
naranja, en lo dulce y en lo
salado? Decidme, oh señora, ¿veis lo mismo en la noche que veis en el día,
faceis de vuestros sueños seña o admitís por doquier la alegría y la turbación
del alma? Veo en su mano la tinta y veo en sus dedos la pluma y no imagino la
jaula, los grilletes, la armadura que a vos pudiéranla forzar la justificar su
creatividad, su trazo largo volverse enjuto. Dejeme vuesa merced de danzar en
el lugar apacible de sus palabras espontaneas como danzo con la amenidad de los
campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del
espíritu. Son las palavras en libre albedrío grande parte para que las musas mas
esteriles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de
marauilla y de contento. Cómo a vos, hija del verbo, visitada por las musas en
las cuatro lunas, cómo vos pudiérais convertir vuesos decires bellos en hermanas de clausura, clarisas, dominicas,
todas ellas justificadas en sus conventos. Decid, ¿son vuesas hijas las
palavras hermanitas de la penitencia? Es de poder que vos fazais con las
palabras aquelo que fazia el buen y gallardo caballero: “Acontece tener vn
padre vn hijo feo y sin gracia alguna, y el amor que le tiene le pone vna venda
en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones y
lindezas, y las cuenta a sus amigos por agudezas y donayres.” ¿Faceis tal vez
tal uso de vuesas palavras? ¿No halláis en ellas un danzar errante, solitario
ed armónico? Ved, ved e aquí el potentado de las hermanas palavras en libertad…
Alborque Abrego
FRUCHE parva
yantar,
tronería
marzadga
¿Ve usted un danzar bello en la
iniustificatione? Ve usted libertad en la belleza? ¿Veis vos mi amada señora la
alegría del agua en la fuente?
Descárgome de su reprobación que
estando dicho lo dicho mi admiración y honra por vuesa merced es alta y estando
hecho desde ahi, y no de otra manera, pueda vos leer el pliego, y
sucessiuamente ponga esta nuestra cedula, y la aprouacion, tassa y erratas, so
pena de caer e incurrir en las penas contenidas en las leyes y prematicas
destos nuestros Reynos.
Fecha en San Sadurny del Anoya, a dyez y ochos
dias del mes de marzo de dos myl y quince años
Romás de Quintanilla, Conde de Las
Tierras Sedimentadas
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En la Villa Real ,
a 19 de Marzo del año en curso
Respetadísimo Conde de las Tierras de los Sedimentos,
Al hilo
de la acalorada discusión mantenida en días pasados acerca de justificar o no
los textos, permítame aclararle algunos puntos, pues me cabe la sospecha de que
mi postura no quedó completamente entendida.
Si bien estos habituales despachos parécenme altamente constructivos, no
puedo por más que estar en desacuerdo con una de sus últimas insinuaciones.
Departíamos sobre el formalismo en la escritura, tema candente en estos
tiempos en los que adolecer de gusto por la palabra escrita está tornando a
moda. Tampoco, dicho sea de paso, es de ayuda para la recuperación de su
dignidad el que los actuales soportes, más inmediatos, consientan la
sustitución de nuestro rico patrimonio por esa sucesión de personajes de cara
amarilla y grotescos gestos.
Es esta la razón por la cual mi postura en nuestro debate se inclinaba
hacia la justificación de los textos, hacia la homogeneidad de la línea… La
armonía de los párrafos entendida como una
suerte de rebelión pacífica hacia la promoción de la estética frente a la dejadez:
la belleza enarbolando la bandera de la simetría de los párrafos en
contraposición con el deliberado menosprecio no sólo del acto de la escritura sino de cualquier otro
hecho cotidiano.
Y es que no me cabe la menor duda de que este tipo de detalles como lo es la
justificación, trascienden la palabra escrita y entrenan con su uso al
practicante en el ejercicio de la armonía en cualquier acto. Si me apura, se
trataría de un levantamiento por la recuperación
del instante presente: la meticulosidad entendida
como antídoto al
desasosiego y las mentes dispersas.
No se trata pues, como
usted insinuaba, de actitudes conservadoras con las cuales, dicho sea de paso,
no me identifico. No es menester, por tanto, confundir mi tesis con encorsetamientos
ni acotaciones pues como habitante de una tierra
tan vasta y lisa que permite a la vista ser testigo de la unión de la tierra y
el cielo, mi alma
se alinea con la práctica de una vida ilimitada. No se confundan los términos,
mi querido Conde: tratábase únicamente de textos.
Sin más, no sea esta discrepancia óbice para emplazarle a futuros
debates de éste y otros asuntos con la presencia de un té de jengibre como testigo. Queda usted
invitado.
Afectuosamente,
Agradecimientos al coprotagonista de este desvarío. Síganse sus
correrías aquí mismo.
Ilustración de magiamania.com
"La armonía de los párrafos"... "La estética frente a la dejadez": totalmente de acuerdo, y firmo donde haga falta. Este tipo de convenciones no solamente revela una educación aceptable, sino, como muy bien dices, también un cariño por lo que se hace, en este caso escribir.
ResponderEliminarYo no estoy en Facebook, Twitter ni cualquier otra modernura al uso, pero a veces veo cosas. Y me asusto. Los famosos 140 caracteres dan para mucho, aunque parezca que no.
Dejando esto aparte: me han encantado los tres textos. Y ahora que sale la versión en "idioma actualizado" del Quijote (ya ha habido más), recomendaría a quienes no hayan leido el original que lo hagan. Es un disfrute. Estético, también.
Y mire usted señor Paseante que siento yo que, siendo disparate lo escrito a medias, se (en cierto modo) dignifica con este comentario suyo. Por eso, agradézcole sus palabras.
EliminarEn otro orden de cosas, y no habiendo querido hacer del dislate contienda, me congratula poder decir que, en cuanto a lectores-comentadores: justificación , 1-Injustificación, 0 (para quien corresponda).