Definitivamente
le había quedado grande. Demasiado grande. Desde el momento en que los árboles
se secaban nada más hacerse de día; desde que esas criaturas novatas en el arte
de la vida se escondían en sus madrigueras en cuanto asomaba el primer rayo de
luz, estaba claro que el sol era desproporcionado.
Pero, ¿cómo
hacerlo?. Seis días de creación eran muchos días. Había sido duro conseguir que
todos los ciclos universales se engarzaran al milímetro como para tirarlo todo
por la borda.
A ver, a ver,
pensó en su infinita sabiduría, y recordó que el ciclo del agua le había
quedado bastante bien…. bueno, quizá mejoraría un poco cuando consiguiera
ajustar el sol, pues los océanos quedaban reducidos a charcos nada más
despuntar el alba y los peces boqueaban clamando el respiro que les daba la
noche. Pero sí, el ciclo del agua le gustaba: el agua pasa a nube, que guarda
el agua y que la descarga cuando ya no la puede mantener más. Se sentía
orgulloso de su ocurrencia, por qué no admitirlo.
A lo mejor se
podría hacer algo parecido con la luz del sol, pero claro, la luz era taaan
escurridiza que iba a necesitar algo más consistente que una nube para
retenerla. Necesitaba algo con más…, con más cuerpo.
Todo esto iba
pensando mientras sus divinos dedos jugueteaban descuidados en el lecho de lo
que hasta hace un momento había sido un caudaloso río y, justo en el preciso instante
en que su mente quedó en suspenso, saltó la chispa y… - ¡ya lo tengo!-. El
movimiento descuidado empezó a cobrar intención y poco a poco de sus manos fue
apareciendo lo que sería el albergue de un pedacito de luz…
Imagino que no
hace falta que te diga lo que se puso a modelar con el barro del lecho, aunque sí
te puedo desvelar que sus dedos, entrenados durante esos días en crear cientos
de especies, prefirieron para su nueva obra copiarse de los árboles. Así, sin
tener aún decidido cómo iba a llamar a lo que de sus manos salía, comenzó a
darle forma a esas nuevas raíces desenterradas que serían las piernas: móviles
como la luz viajera que acogerían; a un nuevo tronco recto pero flexible y a
unas ramas que prefirió dejar caer a los lados para ayudar a que su nueva obra
fuera elegante en su caminar.
Lo que más le
costó fue la cabeza. Tenía claro que debía ser más compacta que las copas de
los árboles para evitar que la luz se escapara fácilmente, pero al mismo
tiempo tendría que tomar la precaución de dejar abiertas en ella al menos un par de ventanas para que pudieran escapar algunos rayos cuando la luz interior fuera
demasiado intensa.
Un rato después
se apartó ceñudo para mirar con otra perspectiva. Retocó un poco aquí y allá, y
fue alisando el barro de su nueva creación.
Ya sólo quedaba
poner dentro la luz así que moldeó con delicadeza un hueco en la parte central
del pecho y mientras que con dos dedos de una mano lo mantenía abierto, alcanzó
con la otra un trozo de sol, lo acomodó despacio en la abertura, volvió a
cerrarla con barro y esperó a que se secara...
Lo que viene
después es muy largo de contar. Tanto que en el camino se han perdido detalles
de la historia… de una historia de la que muchos han sacado partido.
Ahora esa
historia ya no cuenta que cada hombre hace que el sol se mantenga a raya.
Ni tampoco que cada
hombre pone su grano de arena en el equilibrio del universo.
Ni que, mientras
que el hombre es tierra, almacena un trozo de luz en el corazón, que a veces
brilla tanto que tiene que reflejarla a través de los ojos para no fundirse.
Escrito para el curso de Escritura Creativa de Un
Cuarto Propio en Marzo de 2013. Tuneado y actualizado en estos días.
Madre del amor hermoso, vaya artistaza!!!
ResponderEliminarHombre, por poner algún pero: faltan algunas "partes" wenas, que me gustaría que las describieses igual de bien que to las demás, jajaja...pero que bien escribes COPÓN!!!
Jajaja, eso lo tengo en el borrador. Luego te lo paso ;P
EliminarOooooh, es precioso hasta el final, pero el primer párrafo....Atrapa!! Y si me conoces un poquito, que sí, te puedes hacer una idea de lo que me ha calentado mi trocito de luminosa patata al leer sobre el diseño arborícola del hombre.
ResponderEliminarUn beso, guapisimis.
Gracias!.
EliminarImagino que lo conoces, pero ha sido leer tu comentario y acordarme de El Bosque Habitado, en radio 3. Domingos a las 11. Por siaca...
Muas