Según el Google
Maps, Ciudad Real y Nepal están separados por 8028 kilómetros.
Mantén ese valor
en tu mente a lo largo de todo el texto. Al final sabrás por qué.
Nepal. Allí entre
China e India.
Pongamos que
vamos a iniciar un desplazamiento a pie desde una pequeña ciudad nepalí llamada
Dhulikel hasta un monasterio llamado Namo Buddha.
Pero antes
abrimos paréntesis para indicar que en Dhulikel, y en concreto en la Guest House del señor Purna,
hemos celebrado la
Nochebuena cantando en corro un villancico en el rellano de las
habitaciones; que he dormido poco y mal sobre una tarima; que cuando entraba en el baño me venía
a la cabeza la mítica frase de Blade Runner he
visto cosas que vosotras no creeríais con la que empezaré la crónica que les tengo preparada a
mis amigas acerca de los lugares en los que…esto… he depuesto y miccionado, me he duchado.
Pero que, además, desde su terraza se ven los Annapurnas; que allí he tomado el mejor desayuno de mi vida;
que por la noche cené una sopa de setas que no voy a olvidar y que éso, junto a
la amabilidad del señor Purna, han hecho que le declare abiertamente mis ganas
de pasar una temporadita en su casa para que me enseñe las artes de la cocina
nepalí. Se ha reído y ha dicho que bueno. Pero yo me guardo una tarjeta de
aquel lugar por si las moscas.
Volvamos al motivo
del texto, que la persistente gula post-viaje hace que me pierda…
Para salir de
Dhulikel hay que subir un montón de escaleras que llevan a un claro en el que hay
un buda dorado y gigantesco. Después el paseante atravesará aldeas unidas por
caminos de tierra. Será fácil ver que la vida de la gente está perfectamente
integrada con la naturaleza. Será fácil ver cómo se ocupan de sus pequeños
huertos, o cómo grupos de mujeres están preparando las raíces de cúrcuma, o cómo
el tiempo transcurre lento mientras una muchacha se seca el pelo al sol… y es
que el viajero puede observar la vida porque la vida transcurre fuera de las casas.
En algunos puntos
del recorrido se puede distinguir el pico del Everest y en casi todo el
trayecto, como suspendidos en el cielo, varios ochomiles vigilarán tus pasos.
Es posible que confundas la realidad ante tus ojos con un bucólico fondo de estudio fotográfico apto para reportajes de primera comunión. Es
normal. Las montañas apabullan. Y parecerá que las tengas encima cuando en
realidad se encuentran a muchos kilómetros de distancia.
Pero volvamos al
texto, que me pierdo de nuevo. Estaba hablando de cómo llegar a Namo Buddha.
Aparte de los
caminos, existe otro acceso al monasterio. Se trata de una … ¿carreterilla? de
piedras. Pero piedras-piedras, por donde sólo autobuses aguerridos y no occidentales
se atreverían a circular. Y se atreven.
Quizá al
aproximarte más al monasterio te percates de que hay algo asimilable a una romería
pero en nepalí: con sus banderillas, su jolgorio, sus jóvenes bolingas a
tempranas horas de la mañana… y con la diferencia de que en vez de Camela está
sonando… el Camela Nepalí. Y que los jóvenes bolingas, aparte de bolingas, son más
educados que los bolingas españoles. Todo hay que reconocerlo.
Ya me he
desviado de nuevo. Perdona, que no es esto lo que quería decirte…
Pues eso, que cuando
por fin llegas a Namo Buddha observarás que su silueta gobierna la zona
desde un altozano*. Y que las ondas del paisaje dibujan valles cada vez más profundos.
Esta cosa la puedes ver desde el altozano*
El monasterio es grande. Muy bonito. A su lado, en otro altozano*, hay un lugar sagrado de peregrinaje para los tibetanos del que se dice que una reencarnación anterior del Buda se dejó comer por una tigresa y sus cinco cachorros. Tal era el desapego que el hombre tenía hacia su cuerpo.
Pero tampoco es éste el objetivo de esta entrada.
No sé si lo habré conseguido con tanto irme por las ramas pero al final, todo el texto anterior es una vana excusa para transmitirte
que por aquellos parajes me sentí recóndita. Y también exploradora. Y aderezaban mi mente frases como ¿qué hace una Manchega en este lugar? Y mi vanidad se sintió pionera. Y mi vez allí era la primera vez allí de toda Castilla-La Mancha. Así de épico todo.
Pues bien ahora procedo, de verdad, a contarte lo que allí acaeció.
Nos alojamos en Namo Buddha, ya sabes. Templo budista, lo sabes también. Y una vez asignadas las habitaciones y habiendo liberado nuestros hombros de las mochilas nos dispusimos a salir a dar una vuelta. Probablemente a
comer o a cenar. O quizá a lavarnos la ropa. O a tomar el sol a la terraza. No
recuerdo bien porque lo que ocurrió después hizo que se nublaran los instantes
anteriores al hecho. Como si de un accidente se tratara.
Salimos de la habitación, momento en el cual un nepalí atraído por nuestro
cotorreo se dirigió a nosotros en PERFECTO español, desarrollándose la conversación que a continuación trataré de transcribir con la máxima fidelidad:
- ¿Españolas?-
- ¡Si! (con
estupefacción). Anda, hablas español-.
- Es que soy guía
de viajes para gente de habla hispana. He venido acompañando a una uruguaya y a
un argentino-.
- ¿Pero eres de
aquí de Nepal? (estupefacción persistente)-.
- Si, si… (risas)-.
- (Susurrando: Qué fuerte, Mari. No me lo puedo creer: aquí en Namo Buddha hablando español
con un nepalí). ¿Y cómo habéis
venido?
- En bici-.
- ¿¿Si?? ¿Por la
carreterilla de piedras?
- Si… jajaja (risas one more time. El
sujeto es particularmente risueño). Claro, ellos querían hacer la ruta en bici-.
- Ostras, hablas español perfectamente, ¿eh?-. (Catetismo en grado sumo).
- Si bueno,
jajaja. Es que he estado varias veces en España... ¿De qué parte
de España sois?-.
- Nosotras de
Barcelona-.
- Ah-.
- Y yo de Ciudad
Real… quizá ni te sue…-
- ¡Anda, de ahí es
mi mujer!-
...Y fue así como en ese recóndito lugar de ese recóndito y lejano país yo, que disfruto muchísimo jugando al juego de darle a todo una explicación trascendente y universal, comprendí que esa era la señal que el cielo me mandaba para indicarme que me hallaba en el lugar que me correspondía. Que estaba en el camino de encontrar mi propósito vital...
...Pero, vamos... que me quedé loca.
*Comando de recuperación de palabras. Ésta me gusta y pienso usarla todo lo posible.
Si te entra la curiosidad, aquí tienes la página web del guía: http://www.rutasnepal.com/
Las descripiciones tuyas son muy buenas y, sobre todo, conm sentido del humor. Pero el detalle del guía y su señora de Ciudad Real es tremebundo. Hace años se decía que, fueses a donde fueses, te ibas a tropezar con un gallego; bueno, pues se ve que los españoles en general ya están poniéndose a la altura y pueden aparecer por cualquier sitio. Que tengan cuidado los británicos, que por lo general son los más extendidos: vamos a por ellos.
ResponderEliminarPues, ¿sabes? Es bastante normal que me pasen cosas parecidas cada vez que viajo. En Bélgica, por ejemplo, estaba sentada al lado de uno que era del lugar donde nací... Pero bueno, era occidente. De lo del Nepalí y su mujer, aún no me he recuperado del todo, jajaja. Sí, a este paso, que se prepare el mundo!
EliminarGracias por tus comentarios!
Namo, very namo...!
ResponderEliminarSpeaking in Nepalí, dear lider? ;P
EliminarDe verdad, es que los manchegos somos una plaga, jajaja
ResponderEliminarLaura, me has dado muchísima envidia con ese viaje...
Pero una plaga de las buenas y campechanas!
EliminarPues a mi me daba cosica al principio y no me decidía, pero una vez hecho... qué fácil y accesible! Así que te animo a que hagas algo parecido!
Besos!!
No pues salir de tu casa!!! que to lo que hagas se lo van a decir a tu madre!!! que desde la tierra del Quijote la gente viaja muchismo!!!
ResponderEliminarCon to y con eso; tiene cojon... la cosa, jajaja.
Qué sabio... Doquiera que vayamos puede haber ojillos vigilantes!
EliminarJajaja!! el mundo es un mega-pañuelo. Buena la comida nepali ¿eh? yo que me pensaba que adelgazaría y ná chica, ese Dhal Bhat lo carga el diablo.
ResponderEliminarSalud!
A mi me pasó igual. De hecho la semana de antes procuré comer algo más por si acaso... qué ingenua!
EliminarBesos!