jueves, 20 de febrero de 2014

Efecto BLOG

11.00 am. Mujer (¿“mujer”?, ¿ya?) está trabajando. Se descubre el sol tras un nubarrón.
…La bofetada de sol le despertó de su letargo. ¿Qué hago aquí?, se dijo. Miró por la ventana y a pocos metros, más nítido que nunca, el campo se desplegaba en toda su extensión por el oeste. Era el privilegio de vista que le ofrecía la ubicación de la oficina, en el límite entre lo urbano y lo silvestre; lo artificial y La Verdad. Lo tuvo claro. Dejó las cosas como estaban, ni siquiera avisó a su jefe. Pasó de largo colocándose el abrigo ante las caras atónitas de sus compañeros, que no podían descifrar el brillo intenso de sus ojos. Cruzó la puerta, saludó al vigilante como si saliera a tomar el café de todas las mañanas y, sin volver la vista atrás, encaminó sus pasos hacia el oeste…

15:00 pm. Mujer se queda a comer en el trabajo…
…No se oía un alma en el cuartucho de la planta baja de la fábrica en el que les permitían tomar el almuerzo, sólo la radio solitaria de aquella mujer y, de vez en cuando, el tintineo de la cuchara chocando con el tupper de lata que se había preparado la noche anterior. Brócoli, patata, salsa de soja y champiñones, se mezclaban en un crisol de sabores cuyo deleite hubo de frenar en seco ante el sonido de aquellos pasos apresurados…

19:00 pm. Mujer vuelve del trabajo…
…Aquel día a la vuelta del trabajo la bici rodaba  sorprendentemente ligera bajo su cuerpo. No le sorprendió: se había vuelto vapor desde que, en el ascensor de la oficina, aquel roce furtivo de manos pasó por todas las transiciones entre lo casual y lo evidente…

21:30 pm. Mujer enchufa el secador dispuesta a quitar la humedad de su pelo (sinónimo de “secar” para ponerlo cerquita de “secador”, ¿dónde estás?). Tras la puerta de su piso se escuchan los besos y susurros primerizos coprotagonizados por su vecina adolescente.
…Y mientras escuchaba los ósculos tras la puerta, fue incapaz de frenar el torrente de recuerdos que acudieron a esos ojos que, vidriosos, le hablaban desde el espejo de juventud, esperanza y ahora…de soledad.

¡BUENO, BASTA!.

Hace pocos años temblaba si permitía que alguien leyera algo mío, aunque fuera la receta del bizcocho de yogur.

Hace sólo unos meses jamás pensaba que mi prosa virara desde el autoanálisis al recreo.

Hace sólo unas semanas ni se me pasaba por la cabeza que existiera la posibilidad de que mis escritos fueran expuestos.

Hace sólo unos días no contemplaba la idea inmediata de abrirme un blog.

Bueno pues lo hago y, ¿qué pasa?. Esto: mi mente escritora que tampoco sabía que existía, dándolo todo. En modo de perpetuo ON.

Pero que no es un ON que desarrolle ideas, no. Me deja semillitas de inicios de posts, finales de historias, títulos de relatos… y ahí te las apañes con tu archidesarrollado sentido del deber.

Y yo que para esto he sido, hasta la fecha, de “aquí te pillo, aquí te escribo”… ¡si lo llego a saber!.

2 comentarios:

  1. Laura, acabo de descubrir tu pudorosa salida del armario bloguero en un receso en el gimnasio y... ¡estoy seriously emocionada! Nanana, no está nada bien hacerlo sin avisar.
    Sé, por la manera en que dices lo que dices, que esto durará.
    Y es posible que este sea el primer comentario? Pues regálame esta frase: aquel roce furtivo de manos pasó por todas las transiciones entre lo casual y lo evidente…"
    Muero de amor literario.
    Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay mi amoreeeee!, pensando en tí estoy desde que me atreví el sábado y estoy en plan: "¿se lo digo?, no, todavía no... venga, que hoy si..." y así.
      Me emociona tu comentario, en serio, ¡oh!, ¡mi gurudesa bloguera!. Y sí, eres la prime y me encanta que lo seas.
      Te lo regalo, por supuesto, pues eres artícfice indirecta de que me suelte asín.
      ¡¡Besazos muy grandes!!

      Eliminar

Comenta algo si te apetece: