jueves, 27 de marzo de 2014

Un cuento chino

La he buscado como objeto de consuelo y por fin la encuentro.
- Te voy a abordar-, le saludo y ella, divertida, hace como que se resiste un poco para después darme un fuerte abrazo acogedor como ella misma. Como sus palabras y su sabiduría.
- Te estaba buscando- digo, - porque me he acordado a deshora de que trabajabas con ancianos. Es que el otro día…- las lágrimas tan facilonas últimamente ya están ahí. Ya lo estaban, de hecho, en la garganta y ya no hay saliva para mantenerlas a raya. Con esta mujer me desapuntalo. Ya está.
No se compadece, me sonríe y noto que sus ojos guardan el tesoro de las palabras que sabe que me van a servir.
Una parte de mí quiere que nos regodeemos en el dolor y en el sentimiento de que no hay esperanza, de qué cruel es la vida misma. Pero ella ya ha empezado a horadar esta pantalla de congoja a fuerza de frases que se infiltran por sus rendijas de pladur.
No soy amiga de cuentos chinos y estos días las frases hechas que yo misma he usado para otros en similares circunstancias, huelen a rancio y a mentira. Pero esta mujer…esta mujer me dice que no pasa nada, que la pena es sólo humana.
SOLO humana, como si lo humano fuera poco. Pero es que en realidad somos poco comparado con lo grande, me dice. Somos como una versión de los chinos de lo que realmente ES.
Tampoco soy amiga de la idea de Dios que venía impuesta en el mundo en el que he nacido pero ella me habla de la VIDA. De la VIDA con mayúsculas, como algo más grande y continuo que nuestras propias gotas de vidas finitas.
Esta mujer empieza a poner orden en mi caos interno de teorías sobresaltadas por el impacto de los hechos. Estas teorías bullen, pugnan por salir a la palestra y después corren asustadas a las bambalinas: no esperaba yo que lo esperado causara una conmoción así.
Mis conocimientos y teorías más materialistas de la época universitaria se han entremezclado con otras más recientes y espirituales y, bajo el manto de que la sabiduría está en todo, todas me sirven estos días para tratar de explicarme la VIDA.
Ella me dice que la vida es algo más grande y continuo que se abrió paso a través de mi abuela y luego de mi madre para llegar a mí y que así ese ALGO seguirá su camino, su ciclo infinito. Sale entonces a escena la teoría del Ciclo del Agua y se adorna con las coplas de Jorge Manrique, entonando:

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
La vida…el agua, es infinita. Siempre agua en diferentes estados. Siempre circulando y viajando a través de vapor, líquido o hielo... Siempre agua aunque se divida en gotas y cada gota, una de las innumerables combinaciones posibles de todas las moléculas que componen EL AGUA. Siempre agua aunque cada gota nunca, NUNCA vuelva a ser exactamente igual a lo que un día fue. Aunque nunca, nunca, podamos a volver a conformar esa misma gota.
Uno de los conocimientos aprendidos en la escuela cuando en mi plan de estudios aún no se habían separado las ciencias de las letras, pide paso. Recuerdo así los sustantivos contables e incontables y el agua es incontable. ¿Puedes decir un agua?, qué feo, ¿no?. ¿Pero puedes decir un río, una gota, un océano?. Lo incontable, como el agua, necesita un contenedor para ser contado. Y así, para que lo grande sea contado, necesita acotarse, limitarse. Si encierras el agua en una gota para contarla, la cuentas sí, pero ella tiene la propiedad de escurrirse de nuevo de tus manos para combinarse una y un millón de veces en sí misma.
Me llevo todo esto a la VIDA y establezco el símil. La VIDA es la VIDA y en su eterno viaje se reordena en diferentes estados (vida: sólida, compacta, cuerpo == muerte: expansión) y se hace contable en una y pequeña vida por un tiempo, el que sea, hasta que ella misma decida que vuelve a expandirse, como VIDA que es. Y entonces estalla de nuevo en uno más de sus innumerables bigbanes: la pequeña vida que había sido pasa a impregnarlo todo y TODO queda impregnado de ella en, eso si, una dosis homeopática de aquello que fue en su discurrir.
En ese momento ya no existe la barrera de lo físico y puedes acceder a ella más que nunca, me sigue diciendo, porque ahora la tienes en TODO. Ahora ella ha vuelto a lo que realmente es, a lo que realmente somos, a la VIDA.
Y yo insisto, y quiero excusarme y decirle que no entiendo por qué estoy así, que yo fui fuerte en las primeras horas pero después… no importa, es sólo humano, y ahora golpea fuerte: la sociedad nos ha enseñado a que si no lloramos, no queremos. Esto no nos permite estar en contacto con ese otro estado de la VIDA. No nos permite mirar en perspectiva y asimilar lo que somos realmente…
Finalmente, como si me leyera el pensamiento, me susurra al oído en su abrazo de despedida: no estás sola.
Me desmorono un poco, así que se separa y, de nuevo divertida, me dice - ala, ya tienes trabajito-.
No sé por dónde empezar pero este cuento chino contado por ella, por esta maestra que yo he visto emocionarse en medio de una clase, comienza lentamente a escurrirse entre los intersticios de mis ideas previas, creando una amalgama que hace que todo cobre algo de sentido.
Pienso que lo grande y verdadero a lo que no tenemos acceso, porque estamos contenidos en él, solo puede ser contado a través de cuentos.
El pez no sabe lo que es el agua.
Nosotros no sabemos lo que es la vida, porque nos lleva y nos contiene.
A mi me sirve.
Le sonrío acongojada aún.
Le beso.

Me despido: gracias Mar. 


A mis personas queridas y cercanas, familiares o no, que últimamente han "perdido" a alguien. Por si os sirve. Por si nos sirve.

lunes, 17 de marzo de 2014

Las dos rarezas de Diosinda

Lo tengo ahí encajado, haciéndose bola. Haciéndose grande. Y es que sé que no tiene sentido ahora escribir otra cosa que no sea algo para tí.
No podría escribir nada cómico, ni nada ocurrente. Pero tampoco me sale impostar la voz silenciosa que me dicta por dentro o que me lee los libros que me llevo a los ojos: esa que se pone poética y que le da ritmo y musicalidad sensible a recuerdos y pensamientos.
¿Te escribo entonces en segunda persona, como dirigiéndome a ti, o en tercera, como explicándole al foro todo lo que has sido para mí?.
No sé, abuela, de momento mira: me va saliendo como si hablara contigo, que aun estás muy cerca en el tiempo. Como una carta póstuma que no leerás y que tampoco habrías leído si la hubiera escrito hace una semana, o dos, cuando se me empezó a ocurrir hacerlo.
¿Sabes cómo se iba a llamar mi escrito, abuela?, “Las dos rarezas de Diosinda”. Es que muchas veces me vienen a la cabeza títulos que luego no sé desarrollar. 
Este de las dos rarezas se habría quedado así, sólo con dos, y después me habría dedicado a enumerar algunos de los muchos recuerdos que se me agolpan en estos días de llanto y pena.
Tus dos rarezas, habría empezado, la primera y obvia, tu nombre. Ese que heredaste de una de aquellas dos portuguesas a las que les dio por pasarse un tiempo por el pueblo, y del que tu madre se encaprichó cuando estaba embarazada de ti.
¿Sabes abuela?, después de ver una vez en la televisión que llamaba una concursante portuguesa a un programa diciendo que se llamaba Dosinda, siempre sospeché que la bisabuela no se había enterado muy bien del nombre de la forastera y terminó poniéndote uno ficticio. Ficticio pero de Diosa. Quizá a la bisabuela ya le llegaba desde sus entrañas que ibas a ser centro, tótem, piedra angular para todos los que después salimos de ti.
A continuación mi escrito seguiría algo así como: La segunda rareza era su fecha de nacimiento. “Hasta el día en que yo nací fue feo, hija mía”, me dijiste una vez. Qué cosas, abuela….nacer un veintinueve de Febrero. Para esa fecha, siempre la típica broma: “este año no los cumples”. O, “ya eres más joven que tus nietos”… y así todos los años. Y más desde que se dio la coincidencia del número redondo de tus ochenta con que ese año sí los cumplías. Desde entonces, guardamos testimonio de casi todas las catorce reuniones familiares que vinieron, en las que siempre se repite la foto de una abuela llorosa, rodeada de todos o casi todos sus hijos, detrás de una tarta cambiante en sabor, color y número de velas.
Este año no hubo tarta. Ya no habrías podido soplar y en nuestros silencios y risas forzadas sabíamos, seguramente también tú, que nos estábamos despidiendo. Pero de ese día me quedo con tu sonrisa y tus ojos contentos por vernos y con quizá tu resignación para ir asintiendo despacio a las insistentes preguntas de los que en los últimos tiempos habíamos empezado a tratarte como a una niña: “Abuela, ¿me conoces?”, “¿Reconoces a Fulano?”, “¿Te acuerdas de Mengano?”. Y tú seguías asintiendo silenciosa pero alegre.
Qué paciencia con nosotros, abuela. Te imagino finalmente rindiéndote resignada a ser tratada como ese bebé a la inversa que en tus últimos meses has sido. Sobrellevando como has podido el dejar de hacer cada día una cosa. Y nosotros, tratándote de convencer de que no pasaba nada. Y tu llorando callada cuando la rendición aún no había llegado y pensabas que nadie te veía.
Ay abuela, tantos recuerdos y ahora sólo se me agolpan los últimos.
Pensaba estos días que cada momento es un siempre y que de aquí a nada quizá nos parezca que la vida siempre fue sin ti. Igual que cuando estabas parecía que la vida iba a ser siempre así: una vida entera contigo.
En este siempre de ahora, en tu velatorio mismo, me daba cuenta que todos tenemos un fragmento de tu vida impreso en las nuestras. Cuánto tiempo vivido contigo y que pequeña es mi parte… Y mientras llorábamos minutos antes de que te cerraran para siempre, me preguntaba si con los recuerdos de todos los que en ese momento te llorábamos seríamos capaces de reconstruirte completa.
La respuesta es obvia y es no: se fue contigo tu vida entera y tus silencios. Nos dejas a cada uno una parte generosa y exclusiva de ti.
Muchos años, abuela. Muchos. Y en estas últimas semanas, al preguntar por ti, la gente cabeceaba, asintiendo, “Claro, es que son muchos años”, como si los que habláramos ya hubiésemos pasado cien veces por ese trance. Como si todos menos tú supiésemos de lo que va la vida.
Pero tantos años no restan tristeza. Y yo no llevo implantado ningún regulador de pena que hiciera que esto fuera menos triste cuanto mayor fueras.
Poquito a poco tus buenos recuerdos, tus ocurrencias, tu pisto, tus comentarios a veces tan mordaces en el corrillo de la calle, tu ganchillo, tu “fuitis”, “vites”, “vinites”: esa forma tan tuya de conjugar las segundas personas verbales…se irán intercalando en este sentimiento tan marrón y podremos finalmente reírnos sin llorar a la vez.
Pero todavía queda un poco, abuela.


Gracias por todo lo que has hecho por nosotros.

viernes, 14 de marzo de 2014

Conversaciones Internas. Liberando a Cari (II)


En algún lugar próximo a los límites de la mente…

- …Hop-hare-hop-hare-hop-hare-hop…-.

- ¡Pero bueno, Cari!, ¡pero mírate!. ¡Qué buena cara tienes!...

- …Hop-hare-hop-hare-hop-hare…-.

-…Te veo más… más, clarita: nada que ver con lo negrísima que estabas cuando te encontramos. Estás tornando a un marrón-verdoso que da gusto verlo-.

- Si, ji-ji-ji, ¡hola!. Hop-hare-hop-hare…-.

- Y ¿qué haces?... ¡Anda!, ¡pero si te han salido piernitas y todo!-.

- Hop-hare-hop-hare… Pues, lo que hago es desarrollar mis mecanismos de fluidez. ¡Menuda caña me están dando las ideas que me encontraron!. ¿"Piernitas"?, ¿qué es eso?,… hop-hare-hop-hare…-.

- Ah, claro, ja-ja-ja. Es que para mí, tu ahora mismo estás haciendo sentadill… bueno déjalo... ¿Quieres hacer un descanso?, y así me cuentas qué tal estás: la última vez te dejé bastante confundida-.

- ¡Si, uf:  un poco de descanso!... Pues, ¿cómo decirte?, no sé: me encuentro…ligera, ya no me pego tanto a las paredes y aunque mis mecanismos de fluidez aun no me han permitido alejarme mucho del lugar donde había estado encerrada y me caigo muchas veces, mis entrenadoras me dicen que progresan adecuadamente… ¿quieres que te enseñe como salto?, ¡aprendí ayer!. Mira: una, dos y tr…¡uy!, ¿no ves?, ¡ya me he caído otra vez!-.

- Ja-ja-ja, no tengas prisa. Ve poco a poco. Venga, sigue contándome…-.

- Pues nada, poco más… Por cierto, ¿has visto lo bien que se está quedando el abombamiento que había hecho en la pared de la mente?-.

- ¡Desde luego!, claro que lo veo. Aun se nota un poco pero seguro que lo dejarás estupendo-.

- Si, bueno, no lo estoy haciendo yo sola, ¿eh?. Me está ayudando mucho Autoestima porque yo todavía no me puedo mover muy bien-.

- ¿Autoestima?, ¿si?. ¿Y cómo lo hace?-.

- Pues, para ella es fácil porque es la responsable del mantenimiento del estado de la mente: primero pasa un rodillo muy grande y va alisando todas las paredes. Después aplica cera por tooooda la superficie. Gracias a su trabajo por aquí se puede fluir de maravilla y por eso también  el abombamiento está muchísimo mejor-.

- Oye, pues qué bien va todo por ahí, ¿no?-.

- Hombre, todo, todo… tampoco. Autoestima no es infalible, ¿eh?. Algunas veces viene un poco desquiciada y en vez de alisar se pone a hacer socavones, o trae un rodillo demasiado pequeño, o con aristas… y se queda todo esto lleno de obstáculos. Además también se le olvida de vez en cuando poner la cera en algunos lugares y claro,¡así no hay entidad que fluya!. Al menos eso es lo que me dicen y lo que yo veo porque de momento, aun me queda un poco para poder deslizarme como las demás-.

- Vaya, pues no sabía que las cosas funcionaban así por la mente…-.

- Si, así es… lo peor es que cuando se pone así no sabemos cómo hacer para que vuelva a ser la que era y mira que se lo decimos por activa y por pasiva, pero nada, no escucha: ella va a su ritmo-.

- Esto…bueno, quizá eso corre de mi cuenta… No te preocupes que ya me encargaré yo de que Autoestima haga bien su trabajo de alisado y pulido mental-.

- ¡Pues qué bien!, ¡gracias!. Y ahora, si no te importa, tengo que seguir con mi entrenamiento, que ya mismo vienen éstas  a hacerme un nuevo control.

- Es verdad, que llevamos mucho tiempo de cháchara…¡Hasta pronto entonces!-.

- !Adios!.. hop-hare-hop-hare-hop-hare…-.


lunes, 10 de marzo de 2014

Implacable vecina cotilla

Mírame a esta pantalla, símil de mis ojos, y déjame que te hable, pues pocas ocasiones vas a tener como esta para hacerlo.

Quería decirte que soy yo. Si, yo. Aquella en la que piensas más veces de lo que estás dispuesto a admitir. La que condiciona muchos de tus actos cotidianos.

Quiero decirte a las claras las cosas que normalmente ni siquiera te susurro, no lo necesito. Porque sabes que estoy cerca y espero tu patinazo, tu caída, tu falta…

…Para, en cualquier momento, crearte un estigma.

Soy yo la que tras tu accidente o desvanecimiento o cólico nefrítico te va a estar esperando en el quirófano, o dondequiera que afanados médicos o auxiliares te quiten la ropa, para mirar por encima de sus hombros y evaluar el estado de tus bragas,  calzoncillos o tanga, para comprobar si están sucios o no, si están nuevos o no, si los has lavado bien o, si por el contrario, han adquirido ese indescriptible colorcillo típico de los que no hacen las cosas tan concienzudamente como yo. Tampoco perderé de vista si te has cambiado los calcetines, si tienen agujero o si están desgastados del talón… Asentiré lentamente, rostro enjuto, cuando las cosas estén como Dios manda pero…ay de ti si no es así.

Soy yo la que se cuela en tu casa “cuando pasa algo” y disimulada, desliza el dedo por encima del mueble del salón. La que mira si hay pelusas debajo de tu cama, si los platos se apilan en el fregadero o si los jerseys están doblados o amontonados de cualquier forma en el cajón.
Te prometo que el mínimo desvío de lo inmaculado, me lo anoto y lo cuento.

Vaya si lo cuento.

Llevo la cuenta de tus novios, de tus ligues y de si todas esas relaciones han sido correctas a los ojos del Señor. Tengo la mirada en tu cogote, no sea que te atrevas a hacer cosas inmorales. Estoy dispuesta a poner en entredicho tu reputación.

Serás la comidilla de las familias de clase media en la sobremesa del domingo.

Y si, he sido yo la que le ha contado lo tuyo al vecino que te mira cuando vas por la calle. Y ese otro también sabe por mí de tu calaña. A aquel de allí le he detallado todas tus miserias, así que ojo cuando cruces por la plaza.

Es por mí por quien te cambias la ropa interior.

Es por mí por la que limpias cuando ni siquiera hace falta.

Es en mí en quien piensas cuando traspasas la barrera de lo decente.

Soy implacable, infalible, impoluta, impasible, insaciable…

…Y me temes.

Más que al coco.

Más que al hombre del saco.

Ay de ti, si te topas conmigo.


viernes, 7 de marzo de 2014

Conversaciones Internas. Liberando a Cari (I)

- Pssst, pssst, oye Cari venga despierta, ya puedes salir-.
- ¿Qué?, ¿cómo?, ¿“Cari”?,…¿yo?-.
- Si, si, tú. Anda, ve saliendo que ya llevas mucho tiempo ahí-.
- Pero ¿dónde estoy?-.
- No te asustes, tranquila. Estás ahí, en mi mente… bueno, más bien emparedada en mi mente-.
- ¡No te veo!, ¡no sé quién me habla!. ¿De dónde tengo que salir?...y ¿cómo salgo?-.
- Vale te dejo un tiempito de adaptación. Es normal: llevas mucho tiempo sin hablar con nadie y sin que nadie te hable. Tranquila, ya te iré contando. Mientras tanto voy a ir levantando este pliegue y ya verás como ves pronto la luz. Ten cuidado y abre los ojos despacito, no sea que te vayas a cegar (o lo que quiera que os pase a las entidades acorpóreas)-.
- ¡Pero es que estoy pegada, me cuesta trabajo moverme!-.
- No te preocupes, iremos poco a poco. Es que estás en un sitio de difícil acceso. Mira, normalmente las entidades mentales pasáis por un habitáculo a veces resbaladizo y a veces no, dependiendo de las circunstancias. Es algo parecido a un tubo o por lo menos así me lo imagino yo. Pues bien, podría decirte que estás incrustada dentro de las paredes de tubo, al que yo llamo “mente”-.
- Ah ¿si?-.
- Claro, y ahí no llega bien la luz por eso te quedaste dormida y llevas tanto tiempo sin moverte. Digamos que…estabas estancada-.
- Y ¿como he llegado hasta aquí?-.
- El cómo no lo sé, pero fue hace mucho tiempo, de eso estoy segura-.
- Bueno, por lo menos aquí no habré molestado a nadie, ¿no?-.
- Esto… ejem, si estuvieras donde yo estoy te reirías cuando te dijera que la has liado parda pero, para entendernos, te puedo adelantar que por estar emparedada cambiaste la estructura del habitáculo y digamos que no dejabas muy bien que cada idea se colocara en su sitio: algunas no podían ni pasar; otras, nada más entrar, se ponían patas arriba y me daban una información completamente contraria a la que traían, a veces chocaban entre ellas impidiéndose el paso y algunas, mucho más pegajosas y oscuras, se iban hacinando apoyadas en la deformidad que provocabas haciendo que el habitáculo o, bueno, mi mente no estuviera demasiado clara…, por contarte algunos ejemplos-.
- ¡Ostras!, ¿todo eso?. ¿Y por qué no me has avisado antes?, yo…yo estaba dormida, no me daba cuenta-.
- Bueno, no creas que era fácil avisarte. Ni siquiera era fácil saber que estabas. Las ideas se han ido acostumbrando a su habitáculo-tubo-mente y se las han arreglado con todas esas dificultades. Ahora sabemos que había caos y que eso sólo creaba confusión pero pensábamos que era cosa de la mente: que era así. Últimamente las paredes se han ido ablandando, te has movido sin querer y unas cuantas ideas avispadas que ya llevaban tiempo advirtiendo en voz bajita que algo pasaba, me dieron la pista de que tendrías que estar ahí, como así ha sido…¿Qué tal?, ¿ya vas saliendo?-.
- Uf…si, cuesta un poco, se me ha quedado enganchada una imagen del pasado y con la atrofia que arrastro, no tengo mucha movilidad pero el paradigma de consecuencias ya está casi fuera-.
- Muy bien, quizá hoy no podamos sacarte del todo pero estamos dando un buen paso. Ahora tenemos que alisar poco a poco el hueco que vas dejando. Eso sí, te pediría el favor que salieras entera, que no dejaras ningún resto entre las paredes-.
- Si, si, no te preocupes. Es lo menos que podía hacer después de tanto destrozo-.
- Muchas gracias-.
- Una cosilla más: quería decirte que lo siento mucho-.
- Estás disculpada pero gracias por decírmelo… Además, fue cosa mía no tener bien consolidada la estructura ni rematar bien los pliegues antes de que llegaras-.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Te quiero

Yo sé que fue cosa de chiquillos.
De hecho, si dejo un poco libre la imaginación, puedo verlos dándose arrumacos por toda la hilera de coches aparcados en mi calle.
También sé que el mensaje no iba para mí y que fue cosa suya lo de dejar un “TE QUIERO” con boli permanente, muy discreto, eso sí, en el marco de la puerta del conductor.
Pero, qué quieres que te diga, no lo voy a borrar... Ya me he acostumbrado a que cada vez que toca viaje, mientras me encojo para entrar, cerrar y ajustarme el cinturón, le responda en silencio: y yo a ti, cari. Y yo a ti.

lunes, 3 de marzo de 2014

Receso Supradimensional

- Hola, ¿qué tal lo llevas?. ¿Has probado ya tu nuevo y flamante sistema de visualización intradimensional?-.
- Si, estoy en ello. Me está costando calibrarlo porque las especificaciones indicaban que podrían verse los sistemas correspondientes a la tercera dimensión. Sin embargo, hasta ahora no he podido ajustarlo más allá de la cuarta…-.
- ¿Y eso qué quiere decir?-.
- Pues que pretendíamos estudiar a los humanos más de cerca, digamos que podríamos habernos puesto a su nivel y tratar de entender las relaciones que se establecen entre sus individuos, pero de momento sólo hemos sido capaces de hacer una simulación en diferido a partir de la información que actualmente nos ofrece el visualizador desde la cuarta dimensión. Resumiendo: que ahora mismo sólo los podemos ver así:

- ¿Los humanos están así de juntos?-.

- Bueno, esta unión no es una unión física. Digamos que el simulador en diferido que estamos utilizando nos lo muestra de esta manera, pero en realidad la imagen representa las verdaderas fuerzas de unión humana, que según nuestros estudios, son más sutiles y tienen que ver con algo que nuestra civilización superó hace cientos de eones: las emociones y sentimientos… Y precisamente seremos capaces de apreciarlas en todo su esplendor cuando sea capaz de ajustar el dichoso visualizador intradimensional hasta la tercera dimensión.

- Con lo cual, ahora no podrás avanzar mucho en tus estudios, ¿no?-.
- No creas. Aun visualizando desde la cuarta, en el laboratorio hemos sido capaces de observar fenómenos muy interesantes-.
- ¿Cuáles?, ¿lo puedes decir o se trata de otro más de los secretitos que os traéis entre manos los miembros del selecto Departamento-de-Estudios-del-Sistema-Vivo-Tierra-.
- No te burles, que no es eso. Ya sabes que el sistema humano es un tejido muy delicado y sensible dentro de la Tierra, y no nos gusta hacer afirmaciones categóricas respecto a ellos, precisamente porque aun no hemos sido capaces de descifrar sus emociones… pero es apasionante las cosas que aprendemos de ellos-.
- ¿Aprender de ellos?, ¿si?, ¿de tejidos de ese grado de evolución?-.
- ¡Por supuesto!. Precisamente, y aunque como te he dicho no he sido capaz de bajar de la cuarta dimensión, hoy hemos sido capaces de distinguir varios tipos de comportamiento que se producen en el entorno de un elemento que desaparece-.
- ¿Desaparece…?-.
- Si, bueno… Las unidades del tejido humano, en su desarrollo, aun no han alcanzado la inmortalidad, con lo que es apasionante observar el proceso de desaparición -.
- ¿Por qué lo llamas apasionante si, precisamente, es natural en ellos?-.
- Porque sospechamos que dentro del tejido humano aun no se ha llegado a asimilar muy bien el proceso de desaparición de sus elementos y eso es algo que el nuevo visualizador intradimensional nos va a ayudar a demostrar-.
- Anda, cuéntame más, que se pone interesante…-.
- Mira, hemos observado que cuando una unidad humana está desapareciendo, existe mayor agitación en su entorno. Es posible que algunos elementos próximos ralenticen su movimiento y sufran procesos de contracción en sí mismos. Cuando la desaparición o muerte ocurre, los miembros del entorno establecen lazos emocionales alrededor del elemento que desaparece, manteniendo ese espacio vacío pero, y esto es lo interesante, conservando intacta la función del tejido humano dentro de la Tierra. Obviamente, la estructura cambia un poco, pero se ve compensada por la aparición de nuevos elementos en otros puntos del tejido, ya sea más cerca o más lejos del elemento que desaparece.
- ¿Y la desaparición de unidades humanas es siempre así?-.
- No, y de eso va nuestro estudio: de las diferencias que existen en los diferentes procesos de muerte. Mira, hay elementos que desaparecen prematuramente; en esos casos, la agitación del entorno es mucho mayor. En nuestro simulador se disparan los niveles de movimiento, lo que significa que la agitación emocional del entorno debe estar cercana al máximo, especialmente  en las unidades más cercanas y sensibles al que desaparece. Al haber mayor agitación emocional, también es más costoso alcanzar la estabilización del tejido humano.
- ¿Y cómo se logrará que cese tanta agitación, lo que, y según creo que he entendido, significará que los humanos traten la muerte de sus miembros de una forma natural?-.
- Queda bastante, según nuestros estudios. Ese proceso sólo empezará a vivirse sin agitación en el momento en que exista una conciencia de unidad. Una conciencia de Tejido o Red Humana. Los humanos aun no han desarrollado esa capacidad de observarse como un todo y siguen considerando que cada elemento es ajeno al resto en cuanto a su función global y verdadera dentro del sistema Tierra… Pero bueno, esto es sólo una teoría. Ya te digo que hasta que no ajuste el visualizador y el simulador en diferido nos ofrezca los resultados emocionales, todo lo que te he contado son conjeturas…-.
- Uf, al final me he liado un poco con tanta teoría…necesito hacer una recarga energética… ¿vienes?-.
- Si claro, ahora mismo yo también iba a hacer un receso en mis investigaciones. Necesito expandirme y volver a nuestra dimensión. Venga, que te invito a esa recarguita…-.


NOTA: Para este despropósito he utilizado una foto de esta página: http://www.upm.es/EUITAgricola/Docentes/ListaDepartamentos/DepBiologia/1a3d64a2e30e6210VgnVCM10000009c7648aRCRD, correspondiente a tejido celular. Soy nueva en esto, pero por si acaso he infringido algún derecho de autor, ahí queda dicho. No ponerme ninguna sanción, por caridad, que ya tuve bastante ayer con una  multa por aparcamiento inadecuado.