martes, 28 de octubre de 2014

La Física Cuántica y la Vida. Crecimiento Personal vs Cuantificación de la Energía

Ordenador, a punto.
Mesa, despejada de posibles estímulos: adiós, libros de yoga; adiós, cuadernos con anotaciones de relatos en cuarentena que no sé si alguna vez se desarrollarán, a este paso.
Ventanas, cerradas a cal y canto para que ninguna entidad con cuerpo o sin él venga a entorpecer este escrito.
Compromiso, atrincherado entre mi silla y la puerta de la habitación. Por cierto que sigue conservando la imagen de señora mayor regordeta y con mandil que tanto me recuerda a mi abuela. Está sentada en una mecedora desde donde me mira ceñuda por encima de las gafas. Además está haciendo ganchillo y si sigo el recorrido desde su aguja inquieta hasta el final de la labor, me encuentro con que la cadeneta es en realidad un nudo que amarra mi tobillo a la pata de la mesa. Con tres vueltas.
Hoy no me escapo.
Y es que ha sido duro para las dos tomar conciencia de que fue en Julio, ¡EN JULIO!, cuando empecé esta serie. No vale de nada decir eso de que el tiempo pasa muy rápido, que estuvieron las vacaciones de por medio y que blablabla… Tres meses como tres soles.
Tampoco sirve excusarse en las resacas post-Post. Algunos me dejan un poco exhausta y más si he sido poseída por Fuerzas Pululantes de la Creación (en adelante, FPC).
A propósito de fuerzas extrañas y poseedoras, por fin pude leer lo que la del otro día escribió en mi espacio y bueno… discrepo un poco en algunas cosas.
Para ellas debe ser muy fácil explicarse el propósito de nuestra vida con esas perspectivas que tienen; me refiero a lo que decía sobre tener la conciencia de esa especie de carrera en pos del crecimiento personal. Si nosotros lo supiéramos… Si los anuncios de Lancôme o de Coca Cola o las radios a todas horas o paneles publicitarios gigantes al lado de los de Decathlon nos lo estuvieran recordando día tras día; si lo escucháramos en el hilo musical del Mercadona, si se hablara de ello en el portal de casa, en los corrillos vecinales, mientras se espera a los niños en la puerta del colegio… otro gallo nos cantaría y nos ocuparíamos, confiados, de nuestro propósito vital: nuestra evolución, al tiempo que atenderíamos el quehacer diario. O acaso transformaríamos el quehacer en excusa para la evolución.
Pero la realidad occidental es que uno no se levanta un día, se calza el pantalón, sonríe satisfecho y dice “Ala, voy a aprovechar este, mi día, en seguir desarrollando mi conciencia. Así, voy a ver si consigo darle un abrazo a mi compañero de trabajo, ese que me cae como el culo. Será el paso necesario en mi actual crecimiento personal”.
Discrepo, la verdad. Más bien uno cuando se levanta, si lo hace con buen talante, como mucho se propondrá pasar el día lo mejor que pueda, hacer las cosas lo mejor posible, no agobiarse con las ocupaciones o las no-ocupaciones, por desgracia. Y si en todo este proceso consigue crecer como persona, se dará cuenta a posteriori. Con los años.
Señoras FPC, aquí en el planeta Tierra el camino de cada cual sólo puede comprenderse al mirar hacia atrás. Y nos daremos con enormes cantos en los dientes si conseguimos aprender algo de lo que nos haya pasado en el recorrido.
Pero está bien, aprecio que nos dé su punto de vista. Y si es verdad que estamos aquí para crecer y sortear las pequeñas o grandes piedras que encontramos en nuestro caminar, no me parece mal punto de partida para trabajarse el bienestar diario.
…Pero yo he venido aquí a hablar de mi libro. Y mi Compromiso-Señora en mecedora ya está balanceándose impaciente, haciéndome saber que una vez más me estoy yendo por las ramas.
Le digo con la mano que tranquila, mujer, que toda esta introducción me sirve para hablar de lo que quiero porque sí, he de reconocer que la interrupción de la FPC el otro día me viene muy bien para lo que hoy voy a contar y que es lo siguiente:

Antes de la posesión pululante yo estaba escribiendo sobre los efectos que iba provocando el yoga en mí cuando empecé a practicarlo. No sé si a todo el mundo le pasará igual. Tampoco termino de comprender muy bien la alquimia por la cual el adoptar determinadas posturas y movimientos, respirar de tal o cual forma y cantar mantras puede ir consiguiendo que una persona se conozca mejor; que aprenda a quererse, a perdonarse cuando ha sido torpe, a no fustigarse si algo sale regular… pero así fue. Así va siendo. Y ante la evidencia de la experiencia, poco puede decir la teoría o la incredulidad. O eso, o que me pilló en época de ir madurando y al final había que hacerlo y quererse sí o sí… por seguir alimentando algún tipo de absurda duda.
Lo que más valoraba y valoro yo del yoga es que te da autonomía, es decir, que te demuestra que tu bienestar es únicamente patria potestad tuya y no depende de estímulos externos que, dicho sea de paso, si vienen son gratamente celebrados. Pero esa autonomía no es gratuita. Conlleva un trabajo constante a muchos niveles hasta el momento en que ya lo integras en tus costumbres. Investigas sobre ello y descubres, lees y experimentas que estar bien implica que tu cuerpo esté sano y que tus relaciones lo estén; que esa persona que tan mal te cae, posiblemente te esté mandando un mensaje de mejora que sólo tú puedes descifrar… y claro, eso no es bonito. Ahondar en tu mundo inevitablemente deriva en el descubrimiento de partes de ti que no aceptas o que no te gustan… Deriva en que tú también sufras una Revolución Copernicana y descubras que no eres el centro del universo…pero esto es cosa de otro post.
Cuando descubres una herramienta que te sirve para tu bienestar (y aquí si quieres, pon la tuya porque da lo mismo) sientes euforia. Una euforia muy grande y el sentimiento iluso de que nunca más vas a encontrarte mal. Es imposible… Hasta que ocurre. Y mira, aquí me viene bien recordar lo que decía la FPC en el anterior post: sería el equivalente a que te zarandeen la escalera y caigas de nuevo al suelo, adonde está aquello con lo que tienes que lidiar.
Cuando le consultábamos a Jose, nuestro profesor/gurú, este tipo de cosas, nos establecía un símil con un tornillo. Si fueras de un tamaño tal que pudieras situarte sobre la muesca de uno que está siendo apretado, a veces estarás arriba y otras, abajo. Pero en el proceso, seguro habrás avanzado.
Yo entendía el símil perfectamente pero mi química mente, a su vez, establecía su propia comparación con… EL SALTO CUÁNTICO ELECTRÓNICO DENTRO DE UN ÁTOMO.
Y para explicarlo, primero tengo que explicarte en qué consiste la CUANTIFICACIÓN DE LA ENERGÍA que es lo que le da el sentido a eso de lo que tanto se habla por las esquinas y que es la Física Cuántica.
Muy simple, de verdad.
Imagínate que estás escribiendo un post absurdo sólo destinado a eliminar carga-informativa-innecesaria de tu cabeza. Esta semana han cambiado la hora, se aproximan las seis de la tarde y ya vas necesitando la luz del flexo para no escribir más tonterías de las que la OMS recomienda como mínimo diario. Aguantas un poco por aquello del cambio climático y el ahorro energético, pero cuando caes en la cuenta de que estás tecleando encima de la merienda, enciendes el flexo susodicho.
Tal vez te preguntes cuando mires a la lámpara, si no se te ocurre nada coherente que escribir o no hay nada más productivo en lo que pensar, que qué es la luz. Como diría Manolito (sí, es mi referente), científicos de todo el mundo se hicieron la misma pregunta años ha y pusiéronse a investigar sobre el tema.
Una de las conclusiones a las que llegaron fue la siguiente. Imagínate que, sentado como estás, escribiendo con el flexo a un lado, menguas tu tamaño. No, así no. Más todavía. Ahora eres del tamaño de una hormiga justo debajo del haz de luz. Bueno, pues no es suficiente. Redúcete mucho más, pero no te muevas de debajo del flexo. Vale, así está bien. Ahora eres del tamaño de un átomo, esos pequeños ladrillitos de los que está constituida toda la materia. Si vuelves tu minúscula carita hacia la bombilla, lo que veías como un haz cuando eras grande, ahora se ha transformado en pequeños globitos de luz de diferentes tamaños. Resulta que la luz va embolsada en particulitas cuando estudiamos su contacto con la materia. Y cuanto más grande es cada bolsita de luz, más energía tiene dentro.
Esas partículas o globitos de luz, son los denominados quantums. De ahí lo del nombre de la Física Cuántica. Es la parte de la física que estudia el contacto entre la materia y la energía a esa escala tan, tan pequeñita.
Y te preguntarás que qué tienen que ver los cojones con comer trigo cuál es la bendita asociación entre este hecho físico y lo que te contaba al principio del post.
Un poco de paciencia, sé que no soy la más amena de la blogosfera. Pero todo tiene su relación, por lo menos en mi mente.
Estas bolsitas de luz son muy importantes para los electrones aventureros. ¿Que no tienes muy claro qué es un electrón? Pues aquí estoy yo para resolver esa duda.
Ya te dije en otro post que los átomos no pueden verse y sólo hay teorías para tratar de entender cómo pueden ser. Una de estas teorías dibuja al átomo de la siguiente manera:

El átomo, según un señor apellidado Bohr

Su núcleo en el centro, ejerciendo una fuerza de atracción sobre los electrones, que orbitan alrededor de él en diferentes capas. Como el mismísimo sistema solar, con la diferencia con éste en que los electrones podrían viajar en diferentes órbitas del átomo, aunque fuera por muy poquito tiempo, si se les da la energía suficiente.
¿Qué para qué van a querer los átomos viajar a otras órbitas que no son la suya? Pues porque es el primer paso para combinarse con otros átomos, por ejemplo. O, dicho de otra forma, para evolucionar a otra cosa. Y así, unión atómica tras unión atómica, ir dando lugar primero a pequeñas asociaciones o moléculas y después a construir toda la materia tal y como la ves delante de tus ojos.
Así que los electrones, para saltar hacia las órbitas que tienen por encima necesitan energía. Necesitan luz. Necesitan bolsitas o quantums de luz. Pero no les vale con cualquier bolsita. Tiene que se JUSTO la bolsita que le dé la energía suficiente para saltar. Tú ya puedes estar dándole energía/luz repleta de bolsitas, que si no son del tamaño que él quiere, no se va a mover. A lo sumo darán un saltito mínimo sólo para volver a caer donde estaban, porque no es suficiente. Pero dales la bolsita con tamaño adecuado… los tendrás presto en el siguiente escalón y dispuestos para que su átomo evolucione.
Y ahora viene la batidora de mi cerebro a mezclarlo todo.
En esos comienzos de práctica yoguil (y también ahora) yo me aplicaba el modelo atómico de Bohr en el estudio de mi persona y así, me veía orbitando alrededor de mi propio ombligo aunque con ganas de evolucionar hacia otra cosa; intuyendo posibles estados u órbitas por encima de mi cabeza a las que saltar. Eran otras capas que prometían una visión diferente, otro estado de más energía/alegría… pero necesitaba la bolsita, la chispa adecuada.
Cada bajón yo me lo explicaba así: en mi “carrera” hacia mi evolución aún no había llegado a mi siguiente nivel cuántico, a la órbita siguiente. Para saltar hacia ella, cual pantalla de videojuego, tendría que “trabajarme” los desafíos que en el actual estado cuántico se me presentaban. Y todo esto por buscarle una teoría al asunto porque realmente no había nada que me dijera qué era lo que me iba a hacer crecer pero sí que gracias a la visualización de ese modelo comencé a tratar cada dificultad como una oportunidad para saltar y hacerme cada vez más libre. Para deshacerme poco a poco de la fuerza que sobre mí ejercía mi propio núcleo atómico. U ombligo.
Mis símiles no son perfectos, ya que para dar el salto en la escala de la vida, no hay bolsita energética que valga. Es una pequeña licencia que me he tomado en espera de dar con otra teoría que se ajuste más a mi realidad. En mi propio modelo cuántico de desarrollo personal, ese trabajo en cada “órbita” me haría girar y girar cada vez más rápido, cogería carrerilla hasta que… ¡hop!... de repente me viera, habiendo resuelto mis trabajos pendientes, mucho más ligera de equipaje, con menos ataduras; tendría otra perspectiva y el firme convencimiento de que los “problemas” superados ya no iban a ser tales.
Y así hasta ahora. Por eso, cada vez que el ánimo decae, me visualizo entre dos estados posibles de mí, en algo así como una especie de transición entre dos órbitas. Y entonces me insto a tener paciencia y seguir trabajando y disfrutando de la capa o etapa vital que tenga entre manos. Para sacarle jugo y así, sin darme cuenta, tomar carrerilla y ¡voilá! aterrizar en la siguiente pantalla.

Fin del Post de hoy

He estado a punto de no poner algo de música debido a lo entretenido y ameno de este post… Es broma, soy consciente de los ladrillos con los que te voy obsequiando y mucho más si tenemos en cuenta que en estos tiempos prima la rapidez y la concreción en las exposiciones de uno.
Iba a poner un mantra pero mira tú que se ha colado una canción de Héroes del Silencio en medio del post. Aquí la tienes. Además va dedicada a los fanses del grupo que hay entre los lectores.


Por cierto que, ¿te está gustado la serie? ¿Te sirve? ¿Tú también ves la realidad cuánticamente? Si te apetece, me encantaría saber tus propias visualizaciones vitales. Me ayudaría saber que no estoy tan loca. 
Gracias por haber llegado hasta aquí.

8 comentarios:

  1. COMO SIEMPRE ME ENCANTA LEERTE...ME ADMIRA LA MANERA DE ESCRIBIR Y DE EXPRESARTE QUE TIENES.......Y ENCIMA ME PONES A HEROES...
    GRACIAS LAURA.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias, Su! Y más que me lo digas con este post tan físico-químico! Ayer tras publicar me quedó un inquietante sentimiento de persona aburrida, ¡pero tu comentario me motiva para seguir con estas teorías-ladrillo! Juajuajua.
      Y por supuesto, eres una de las fanses a las que me refiero.
      ¡Besazos mil!

      Eliminar
  2. Pero que rebien explicas eso de los "quantum´s", "bolsitas de energía", "cuánticos" saltos hay que dar para evolucionar; lo hace mejor una "rabanera" que el "mito de" Borh (buena peli; y su hermano Biorg gano mucho en tenís el jodío)...siempre hay que tener "la chispa adecuada" (yo antes to los jueves, viernes y sábado la pillaba, jajaja), que te ilumine y haga ver todo muchismo mejor; y con esa chispa (adecuada o menos adecuada, jajaja), vivir la vida plenamente...vivan los Yoguis, la FPC, la OMS, los tornillos, las cadenetas, los gurús...los cojones, y el trigo, que nos da la cerveza, jajaja; es que me he venido arriba con la canción, jajaja...un besico grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Otro de los fanses mencionados en el post! Sí, la dedicatoria también era para tí.
      Y, ¿qué te digo por tu comentario? ¡QUE ME PARTO!
      ¡Mil gracias!

      Eliminar
  3. Gracias por tu escritura, nos sirve mucho y ver que cumples con tu propósito. Ademas no abandonarlo hace que te impulses para escribir de nuevo. Las bolsitas de luz no siempre llegan en el momento que uno quiere pero llegan. Espero nos regales otra escritura muy pronto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias! Me encanta que os guste algo tan enrevesado como esto y si... seguirá.
      Por cierto, Anónimo, siempre se corta el mensaje que me mandas justo antes de que lo firmes... qué cosa esto del blogger!

      Eliminar
  4. Es impresionante lo que hay dentro de ti. Me encanta leerlo, aunque sean las 6:30 de la mañana. Me quedo con la frase "la chispa adecuada". Besos. Angelica

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Meritazo!!! Leerlo a tales horas y que no te hayas vuelto a enroscar entre las sábanas!!
      Gracias guapi!

      Eliminar

Comenta algo si te apetece: