domingo, 24 de julio de 2016

Incoherente manifiesto radical

[…]Lo venero porque se abstiene de la acción, y abre su alma con el objetivo de poder ser. En mitad de un mundo de actores bulliciosos y superficiales, es noble hacerse a un lado y decir: “Simplemente quiero ser”. Si pudiese plantarme enseguida sobre la verdad, reduciendo al mínimo mis necesidades, me vería inmediatamente más cerca de la naturaleza, más cerca de mis compañeros… y la vida sería infinitamente más rica. Pero ¡heme aquí!, temblando en la orilla…
Primera carta que Harrison G. O. Blake escribe a H.D. Thoreau en

Hoy me he levantado muy antisistema. Mucho más que cualquier otro día. Aun así, he obedecido al despertador y he acudido puntual a mi cita con la administración pública del estado español. He proferido proclamas anticapitalistas en un suave y civilizado tono y, ya más tranquila, he ofrecido siete horas de mi vida al análisis del agua del río que nos riega… Me mata mi incoherencia. Cada vez hay más distancia entre mis pensamientos y mis actos y, estoy convencida, ésa es la principal fuente de mis tristezas cuando llegan.
Para más inri, a mi anciano coche se le ha roto el ventilador. El hecho, dadas mi manchega latitud y la concurrencia del mes de Julio, se torna terrorífico, lo suficiente como para que flojeen mis soflamas anticapitalistas y me plantee comprarme otro coche, maldita sea. Más leña al fuego para mi incoherencia y para futuros malestares, estoy segura. Al plantear la disyuntiva en el rato del café soy preguntada, precisamente, por mi vía más coherente de actuación. Y en este día en que me siento tan radical, declaro que si yo fuera coherente no sólo no me compraría otro coche sino que lo dejaría todo, viviría en una cueva y allí me dejaría morir como acto de amor hacia la Tierra (esto último, incoherentemente, no lo he dicho).
Y no es porque me haya enamorado perdidamente del pensamiento de Thoreau ni porque siga engullendo despacito sus ensayos, pues me viene de lejos el convencimiento de lo inútil que es para la Tierra la presencia del ser humano en su actual forma de vivir. Si alguna función tuviésemos para la Tierra nuestro modo de vida tendría que estar acoplado a Sus ritmos y principios, para empezar. En su defecto, hemos inventado unos modos alejados de todo eso y así, ciegos por la consecución de unos objetivos que nos marca la tradición o el propio capitalismo, nos movemos por Ella como caballos de Atila. Hemos ideado un ritmo rápido de obtención de hitos vitales, de consumo de recursos y hasta de personas que nada tiene que ver con la tranquila cadencia de los procesos naturales, como el tiempo que se toma una flor para abrir o el ocaso en agotar sus últimos rayos de sol.
Cuando me despierto así de antisistema tengo la certeza de que despojarnos de todo exceso material nos sincronizaría con el mundo y nos acercaría a nuestra esencia, a la Verdad. Aprendiendo de los animales, legítimamente sincronizados, ¿cuáles serían nuestras necesidades reales? Techo y comida. Y cuando no estemos comiendo ni durmiendo, contemplación, juego, espera confiada, alguna actividad reposada como quitarle piojos a algún compañero... Cualquier otro quehacer alimenta el mundo de corchopán que nos hemos sacado de la manga. Creo incluso, cuando me siento así de revolucionaria, que desde el preciso momento en que el hombre empezó a gestar este parque temático surgió la ciencia y la filosofía pues, en última instancia, el saber está destinado a conocer la esencia del hombre. No necesitaríamos estudiarlo si precisamente viviéramos según nuestra esencia.
Cuando se me activa el anticapitalismo radical dudo del modelo generalizado de familia y supone para mí un exceso traer más consumidores vidas a este mundo. ¿No será un acto egoísta por mi parte el no querer renunciar a experimentar el amor hacia un hijo? Estoy convencida que no habrá amor igual pero ¿se nos pasa por la cabeza el precio que ha de pagar el ser humano que llega sólo porque yo no quiera prescindir de convertirme en madre? Cuando estoy así de anticapitalista, el mayor acto de amor que se me ocurre ofrecer al mundo es el de renunciar a reproducirme y soy consciente que pronunciar tal improperio también conlleva una no pequeña dosis de egocentrismo, maldita sea otra vez la incongruencia.
Pero adoro a los niños, es casi lo único que salvaría del mundo cuando lo observo desde mi radicalizada perspectiva. Me mata su inocencia, sus ojos grandes cuando me preguntan curiosos. Me encanta hacerles reír, sorprenderles, enseñarles… pero tampoco creo que una mujer se haga completa cuando pare a otro ser. Y nadie nos arenga a hacerlo, sólo faltaría, pero de una forma velada el fantasma de la anomalía se cierne sobre nosotras cuando a cierta edad no te has reproducido. A cierta edad tienes que tener una buena explicación bajo la manga para justificar que no tienes hijos y no digas que te da pereza o que no consideras que a este mundo le hagan falta más consumidores sino quieres sentirte como una paria. El hijo como hito a obtener es lo que me rebela. El hijo porque es lo que toca. ¿Tan aburridos estamos? Y después ese hijo, que no tendrá más remedio que recorrer el trillado camino de la educación-producción cuya cualidad dependerá de lo que al sistema en ese momento le convenga engendrar: ¿obreros?, pues venga una remesa de obreros iletrados. Pobre hijo, sólo libre en el mejor de los casos durante dos o tres años pues después tendrá que prepararse para competir. Y pidámosle paz luego a mi generación o a las futuras cuando desde el colegio hemos competido por ser los mejores. Oh, Dios mío, cuando me levanto antisistema me reafirmo en que el mejor favor que podemos hacerle al mundo es quedarnos en barbecho.
Cada vez más creo que nuestras enfermedades emocionales y físicas se deben a no digerir que nuestras vidas no se parezcan al modelo establecido (tomado por verdadero) y así, cuántos dramas surgen cuando, por ejemplo, nuestra pareja nos deja. En ese sufrimiento ¿qué porcentaje es desamor y qué porcentaje pérdida de estatus? ¿Qué porcentaje del dolor se debe al egoísmo por no saber qué hacer o por tener que abandonar un tipo de vida al que nos habíamos acomodado?
Pero no todo es queja cuando enarbolo la bandera anticapitalista. Cuando dejo de observarnos como a una masa, aparte de los niños, aparecen mil rayos de esperanza en la cercanía, en el tú a tú, en la vulnerabilidad del desnudarse en sentido literal y figurado delante de otra persona… ¿quién puede enmascararse ahí durante mucho tiempo? Entre las piezas de corchopán del mundo que hemos construido también existe el vacío: espacios donde late la potencialidad de otro tipo de convivencia y construcción de nuestro mundo. En esos silencios se encuentra el sentido mismo de lo verdadero, de lo esencial.
En mi estado de rebelión creo que la ideal sería la vida nómada. Ir ligeros de equipaje, despojarnos de necesidades superfluas e ir descubriendo el mundo a medida que nos descubrimos a nosotros mismos, ¿qué otra cosa puede haber más interesante? Quizá no encontraríamos muchas diferencias entre nosotros y la Tierra, estoy segura.
Pero no estoy a la altura de mis pensamientos y lo peor de despertarse antisistema es observarme y ser consciente de mis incoherencias. De no ser capaz con mis herramientas actuales de encaminarme a velocidad de crucero y sin titubeos hacia ese tipo de vida que proclamo, pues siempre encuentro argumentos para rebatir mis manifiestos. Hago amagos con los que me autoengaño pero de tanto entrenarme en el salto he olvidado para qué lo practico. Me quedo quieta pero un rato después dudo de si mi ausencia de movimientos claros se debe a una verdadera rebelión pacífica o a puro conformismo... Se llama miedo y por el miedo dejo que transcurran más y más días de incoherencia. Pero tampoco creo en el puñetazo fuerte sobre la mesa, más bien en la realización de pequeños actos coherentes. De momento, empezaré por seguir con mi viejo coche, aunque eso confronte incoherentemente con otros de mis radicalismos, los ecologistas, maldita sea.


5 comentarios:

  1. Jajajajajajajajajaja me encanta leerte, yo tb me he levantado tan antisistema muchas veces en mi vida. Pero desde hace unos poquitos años estoy mas tranquila, creo que si se pueden hacer cositas, de a poco para que las incoherencias no sean tan grandes... Entre ellas aceptar que las incoherencias siempre estaran, eres humana ;) y recuerda, si la vida no quisiera que estuvieramos en el planeta, facilmente nos aniquilaria: una glaciacion, unos terremotos, unas olitas... Y listo. Aunque yo tampoco soy capaz de entender en que beneficia nuestra existencia virica a la vida. Animo preciosa!!!! Besos!!!

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    1. Pues sí, yo también quiero creer que si estamos aquí por algo será y quizá estemos desarrollando nuestra función aunque no nos demos cuenta... Ser poquito a poco cada vez más coherente, consuela bastante. Creo que a medida que se gana en coherencia, también se gana en madurez y en bienestar. Avancemos poquito a poco, pues!
      Gracias por pasarte por aquí!! Besazos!

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  2. Es hora de proclamar que las convicciones suelen tener orígenes dudosos y propósitos absurdos, y que por ellas se malgastan muchos esfuerzos y se inflingen crueles sufrimientos a personas inocentes. Por eso es bueno, periódicamente, probar a sostener lo contrario de lo que uno cree y comprobar que tambien puede persuadir, incluso más que la propia creencia. Luego puede volverse al punto de partida, porque lo importante no es estar en lo cierto, sino estar a gusto. Del mismo modo, si la convicción opuesta a la convicción propia, aunque no resulte más persuasiva, se muestra más confortable, no hay otra solución sensata que cambiar. Amargarse por lealtad a una casualidad es un signo de inmadurez.

    De Lorenzo Silva en "La flaqueza del bolchevique".

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    1. Efectivamente, porque cuando uno se amarga es que está emocionalmente atado a alguna de sus convicciones. El no-apego es lo que permite experimentar posiciones tal y como dice el párrafo. Y ése es el estado que me pido para cuando sea mayor. Mientras, cual si me estuviera autoeducando en emociones, me curo transmutándolas, entre otros, en este espacio... y sienta tan bien!
      Gracias por el comentario.

      Pd: Las canciones de Love of Lesbian se me pegan como lapas en los últimos tiempos. Alguna tenia que caer.

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  3. Por cierto... Muy acertado el tema de Love of Lesbian.

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